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A partir de las transformaciones que vivió la Argentina desde fines del siglo XIX y desde la implantación de la democracia de voto universal masculino en 1912, las élites comenzaron a inquietarse por lo que consideraban un orden desvirtuado y una peligrosa denigración de las jerarquías. En ese contexto, algunos escritores comenzaron a deleitarse con la idea de que eran las “minorías espirituales superiores” las que daban carácter a un pueblo y no las mayorías, por lo que en ellos debía recaer la dirección moral y política, de la nación.
En esa apuesta política, dedicaron muchas páginas a menoscabar la cultura popular. En principio, la descalificación era un argumento para deslegitimar políticamente a los nuevos actores que se iban constituyendo. Pero era, además, un elemento identitario que los ayudaba a constituirse como el
opuesto positivo de lo excluido. Los criterios estéticos y los gustos eran la representación práctica de una diferencia natural e inmodificable e implicaba una afirmación de la superioridad de aquellos que no sólo tenían gustos refinados sino que, además, podían satisfacerse con placeres sublimados. La reclamada superioridad de esos crite- rios tendía a alcanzar la hegemonía de poder, pero a su vez era la expresión de una debilidad.

Olga Echeverría

Doctora en Historia
Echeverría, O. (2013). LOS INTELECTUALES ANTIDEMOCRÁTICOS FRENTE A LO POPULAR. ARGENTINA, PRIMERA MITAD DEL SIGLO XX. Historia Y Espacio, 9(40), 49–74. https://doi.org/10.25100/hye.v9i40.1709