Para secuestrado me formé como empresario
Contenido principal del artículo
Don Bernardo, de alfarero y peón, en un principio oficios combinados, había pasado a fondero en una importante vereda de Sevilla limitánea con Caicedonia; de fondero, en Barcelona se había hecho finquero; pasó luego a alternar entre este Corregimiento y Armenia donde, a punta de la “moral de la pesa” llegó a convertirse en el más importante mediador cafetero entre el campesinado productor y los exportadores, pero, no obstante tantos cambios de localidad y de oficio, Barcelona fue y ha sido en todo momento su más querido referente existencial de vida. Y en Barcelona lo secuestraron. En este Corregimiento de la caciquesca Calarcá, cuyas relaciones de poder nunca le han alcanzado para darle forma a la ordenanza que lo convierta en municipio, le expropiaron el segundo derecho individual humano, que es el derecho a la libertad personal. Aquel que se encuentra en la puerta de entrada al primero, el derecho a la vida, pues ésta tiene sentido si uno puede, por lo menos de modo relativo, hacer de ella el proyecto existencial que quiera.